Los implantes faciales son materiales sintéticos que se colocan quirúrgicamente bajo la piel para mejorar o aumentar los rasgos faciales. Estos implantes se utilizan habitualmente para mejorar la simetría facial, restaurar el volumen perdido por el envejecimiento. Corregir defectos congénitos o realzar rasgos faciales específicos para conseguir un resultado estético deseado también son objetivos habituales.
Los implantes faciales tienen varias formas y tamaños para tratar distintas zonas de la cara. Entre ellas, el mentón, las mejillas, la mandíbula y las sienes. Los tipos más comunes de implantes faciales son:
- Implantes de mentón: Estos implantes se utilizan para aumentar un mentón retraído o débil, proporcionando mayor equilibrio y armonía al perfil.
- Implantes de pómulos: Los implantes de pómulos están diseñados para añadir volumen y definición a las mejillas, mejorando el contorno facial y devolviendo la plenitud juvenil.
- Implantes de mandíbula: Los implantes de mandíbula pueden reforzar una mandíbula débil o corregir la asimetría, dando lugar a una parte inferior de la cara más definida y equilibrada.
- Implantes de sien: Los implantes de sien son menos frecuentes, pero pueden utilizarse para devolver volumen a las sienes hundidas, creando un aspecto más juvenil.
La cirugía de implantes faciales suele realizarse con anestesia local o general. Depende del alcance de la intervención y de las preferencias del paciente. El cirujano hace incisiones en lugares poco visibles, como dentro de la boca o a lo largo de pliegues naturales, para minimizar las cicatrices visibles. A continuación, los implantes se colocan cuidadosamente y se fijan en su sitio antes de cerrar las incisiones.
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La recuperación de la cirugía de implantes faciales varía según el procedimiento específico y los factores individuales de curación. Los pacientes pueden experimentar hinchazón, hematomas y molestias en las zonas tratadas, que pueden tratarse con analgésicos y compresas frías. La mayoría de las personas pueden reanudar sus actividades normales una o dos semanas después de la intervención, aunque deben evitarse el ejercicio extenuante y la masticación vigorosa durante unas semanas para permitir una cicatrización adecuada.
Como cualquier intervención quirúrgica, la cirugía de implantes faciales conlleva riesgos, como infección, hemorragia, desplazamiento del producto y cambios de sensibilidad. Es esencial elegir un cirujano plástico cualificado y con experiencia para minimizar estos riesgos y conseguir el resultado deseado. Para comprobar los resultados de la cirugía general puedes hacer clicenFotos de antes y después de cirugía